Noticias

Por qué el reggaetón no es más machista que tú

Por qué el reggaetón no es más machista que tú

Esta periodista colombiana cree que ya es hora de que se reconozca la calidad de este género musical a menudo denostado por el trato que da a la mujer en sus canciones. Para esta periodista, la crítica al reggaetón esconde prejuicios clasistas asentados en Latinoamérica.

Esta semana el cantante de reggaetón Maluma recibió una condecoración de manos gobernador del departamento de Antioquia en Colombia. Luis Londoño (más conocido como Maluma) tiene 23 años, nació en Medellín, capital del departamento, y hoy es uno de los cantantes de reggaetón más exitosos a nivel internacional. Pero el reconocimiento provocó la indignación de las redes sociales. A muchos les pareció terrible que una condecoración así se dedicara a un cantante de reggaetón, e incluso llegaron a comparar a Maluma con Alejandro Ordóñez, exprocurador de Colombia, destituido por corrupción y por haber usado el poder de su cargo para perseguir los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQ en Colombia.

El argumento en contra de Maluma es que sus letras y canciones “humillan y denigran a las mujeres” y este argumento se apoya en una columna de opinión de Yolanda Domínguez, publicada en el Huffington Post, que critica la canción ‘Cuatro Babys’.

Antes de continuar sería bueno detenerse en la letra de la polémica canción, en la que Maluma habla encuentros sexuales con cuatro mujeres. Esto no es en sí algo violento. De hecho, en un verso de la canción dice que “ninguna le pone pero”, algo que hasta puede interpretarse como una forma de consentimiento. Sí, la canción habla de sexo. Sí, para variar es un hombre con muchas mujeres. No, no nos habla de la personalidad o las historias de vida de estas mujeres y aunque no será la mejor canción del mundo, tampoco es un paradigma del sexismo o una apología a la violencia.

Su verso más problemático es, quizás: “La otra medio psycho y si no la llamo se desespera”; por aquello de que uno no puede estarle diciendo psicópata a cualquiera, ni está chévere acusar a las mujeres de eso por tener ansiedad con el teléfono. Otras canciones de Maluma, como el ya clásico ‘Borro Cassette’ o ‘Chantaje’ –su legendario dúo con Shakira– ponen a las mujeres en una situación de poder frente a él. De hecho, al menos Maluma no tiene el sexismo benevolente de otros reconocidos cantantes colombianos como Carlos Vives (piensen en ‘La Cartera’) o Juanes, que literalmente tiene una canción titulada “Malparida”.

¿Si Maluma no alcanza a ser más machista que otros ídolos de la música mainstream colombiana, por qué es el único que recibe las críticas? Si el llamado a rechazar la música machista fuera genuino, se extendería a todos los géneros y no se dedicaría sólo al reggaetón.

Si la preocupación por el impacto que los símbolos de la cultura tienen en la vida de las mujeres fuera real, los colombianos no estarían pidiendo que “perdonemos” al futbolista Pablo Armero, llamado a jugar en la selección Colombia, a pesar de que el año pasado protagonizó un escabroso episodio de violencia doméstica en un hotel de Miami cuando su esposa no quiso tener sexo con él y él, en respuesta, le pegó y le arrancó las extensiones del pelo. Parece que para los colombianos esto último es perfectamente perdonable. En cambio, ser artista de reggaetón parece ser la mayor afrenta contra las mujeres.

El argumento que sigue es que no puede recibir la condecoración porque el reggaetón es una música baja y rastrera que no nos representa. Y sin embargo sí nos representa.

Es el género más popular del momento en el país, al punto de que escucharlo es prácticamente inevitable. ¿Si el reggaetón es tan malo, por qué es tan popular? ¿Por qué las disqueras deciden sobre los gustos de la gente? ¿Por qué es “la gente” una masa informe y estúpida sin capacidades para apreciar la “buena música”? Esa condescendencia con “el pueblo” imbuida en estas preguntas, es una muestra de clasismo. Porque, en realidad, todos nuestros juicios estéticos suelen coincidir con los cánones que dictan quienes tienen más poder. Por eso asociamos “lo elegante” con lo europeo, o “la belleza física” con la raza blanca. Así que no es tan sencillo como decir “esto me gusta, esto no”. En el fondo ese juicio estético también es político. Cuando decimos que el reggaetón “es una porquería” ¿qué estamos diciendo de esa demografía a la que le encanta el reggaetón?

Quizás el mejor argumento en contra de la condecoración es que hay muchos artistas y músicos en el departamento a quienes les vendría bien la publicidad para que se reconociera su trabajo. En esto estoy totalmente de acuerdo, Maluma es tan popular que no necesita condecoración alguna, y el espacio podría servir para resaltar nuevas voces. Eso sí, es importante decir que quien entrega el premio tiene horrendos escándalos por corrupción, pero si alguien es criticable en este escenario es el político y no el cantante.

Según indicó Jorge Alberto Velásquez (gerente de comunicaciones de la Gobernación de Antioquia) al diario El Colombiano, mereció la condecoración porque “ es un antioqueño que ha hecho mucho por la música y que ha dejado en alto el nombre del departamento en diferentes lugares del mundo. Es también una manera de romper paradigmas y mostrar que este reconocimiento no es solo para personas mayores”.

Pienso en esa Medellín, casi sin movilidad social, en donde hace unos años el mayor sueño de muchos jóvenes de barrios populares era convertirse en sicarios o narcotraficantes. En ese espectro, Maluma muestra que hay otra forma de movilidad social que no tiene que ver con la ilegalidad: la música, y la música favorita de muchos de esos chicos y chicas es el reggaetón.

Y es que, si algo es absolutamente innegable, es que el género tiene una tremenda relevancia en el país. No solo porque afuera el reggaetón colombiano se respeta, sino también porque un pequeño post sobre Maluma que hice en mi Facebook –y que dio origen a esta columna– tuvo al menos 24 horas de comentarios de personas “a favor y en contra” del reggaetón, que parece importar más que muchos sucesos políticos en el país. Y es que importa porque es cultura y, como todas las formas de música, le habla a un grupo, a una demografía, sobre nada más y nada menos que deseo y liberación sexual. Y eso es bueno hasta para las mujeres, que solemos vernos reprimidas en nuestro deseo en todos los espacios de nuestras vidas.

En vez de darles la espalda a los y las cantantes de reggaetón y negar su talento podríamos acercarnos y sensibilizarlos sobre el grave problema que es la violencia de género, para que ellos solitos y sin intención de aleccionar a nadie, piensen en letras menos violentas sin que los beats pierdan esa liberadora sabrosura.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Entretenimiento o la de su línea editorial.

Por qué el reggaetón no es más machista que tú

Comentarios
Show More

Related Articles

Back to top button