Bad Bunny, La Supernova del Trap Latino
El cantante puertorriqueño de 23 años que arrasa en Youtube con más de 1.500 millones de visualizaciones está presentando sus éxitos no aptos para puritanos en una trepidante gira española
Barcelona está desierta. Las calles del barrio de Les Corts están desiertas. Las inmediaciones del Camp Nou están desiertas. Son las tres de la madrugada del domingo de resurrección y solo hay vida frente a la puerta de la discoteca Up & Down. Más de 300 personas aguardan pacientemente con la entrada en la mano a que el portero les deje pasar. Dentro de la sala hay 700 más. Otras 50 intentan acceder explicando mil y una milongas: yo soy de prensa, yo tengo un pase VIP, yo soy amigo de, yo no tengo entrada pero pagaré lo que haga falta… El causante de tanto revuelo es el joven cantante puertorriqueño Bad Bunny.
Hace ocho meses, este chaval de 23 años no era absolutamente nadie. Hoy es la gran supernova del trap latino. En agosto debutó con ‘Diles’, un single para el que legó arropado por un ‘dream team’ de las músicas urbanas boricuas: Ozuna, Farruko, Ñengo Flow y Arcángel. Balance: 309 millones de visitas en Youtube. En octubre lanzó el segundo, ‘Tú no vives así’, ya solo a medias con su padrino Arcángel. Resultado: 304 millones de visualizaciones en Youtube. Desde entonces, ha publicado una treintena de canciones más. Media docena rebasan ya los cien millones de visitas. (Contexto: solo un clip del ‘Lemonade’ de Beyoncé alcanza los 200 millones de visualizaciones y el resto no pasan de 40 millones). El Conejo Malo rebasó hace meses el umbral de los mil millones.
El cancionero de Bad Bunny es un monográfico de amor y sexo no apto para puritanos. Sus primeros versos en este mundo fueron: “Prende otro philly bebé / Que ya mismo este se apaga / Vamos para el cuarto polvo / Ya esto es una saga”. A partir de ahí, campo minado de micros y macromachismos. Entre sus últimas colabos destacan ‘Tócate tú misma’, de Alexis y Fido, y ‘Trépate’, de Sixto Rein y Lary Over, a la que el Conejo Malo aporta el verso “Ando en Miami guillando con tres mamis que son modelos / Dos se quitaron la ropa, una tiene su boca en mi huevo”. Curiosamente, su mayor fracaso se titula ‘Putón’.
De Instagram a la fama
Pero, ¿de qué madriguera ha salido el tal Bad Bunny? Benito Martínez Ocasio es un millenial del 94 criado entre San Juan y la localidad turística de Vega Baja. Cuando cumplió cinco años pidió a sus padres ‘Aquel que había muerto’, single del Vico C, el primer cantante de rap latino y pionero del reggaeton. De adolescente estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Arecibo un par de años, pero pronto empezó a subir grabaciones a su cuenta de Instagram y tardaron poco en echarle el lazo DJ Luián y los productores Mambo Kingz.
La empresa Hear This Music nació para lanzar, entre otros, a Bad Bunny y a los pocos meses la maquinaria ya funcionaba a pleno rendimiento. El primer golpe sería ‘La ocasión’, la canción que abrirá una autopista para el trap en un mercado monopolizado por el reggaeton. La firmaron reggaetoneros reciclados como De La Guetto, Arcángel, Ozuna y Anuel AA. Pero hacía falta una estrella 100% trap, sin pasado reggaetonero, y ese es Bad Bunny: un joven educado, con gafas, presuntamente rubio, tirando a humilde y poco excéntrico. Un artista de aspecto higiénico y con atractivo universal: un Eminem para el trap latino.
Llevamos casi una hora de retraso, pero la culpa no es de Bad Bunny. Esta noche de Domingo de Pascua, el Conejo Malo tenía doblete. A la una y media ha actuado en la discoteca Euphoria de Girona, a 110 kilómetros de Barcelona. La noche anterior tenía otros dos pases en Londres. La planificación de su primera gira europea incluye 22 conciertos en 19 días. Rematará el 23 de abril en España con un triplete: Bilbao, Pamplona y Zaragoza. Este veinteañero boricua apunta a ‘hardest working bunny in trap business’. Dice que no le gusta volar, pero en enero ya intuía que se pasaría el año 2017 metido en un avión.
Tejanos claros y camiseta de Messi
Cuando al fin aparece Bad Bunny lo hace luciendo tejanos claros desgastados, camiseta del Barça (de Messi, claro), gorra de béisbol y gafas de sol. Ni rastro de cadenotes de oro ni ropa de marcas caras. La inmensa mayoría de público que abarrota el local llevan atuendos más llamativos. “La primera vez que gané dinero en un concierto fue en 2016. ¿Qué hice con el dinero? Echar gasolina al carro”, explicaba en enero. Aun así, inaugura el show ‘Me acostumbré‘. “Ya me acostumbré, ya me acostumbré, a no importarme el precio de lo que compré. Ya me acostumbré, ya me acostumbre, a clavarme estas putas de tres en tres”, canta con Arcángel en ese himno del nuevo rico. Dinero y mujeres, sí.
No ha pasado un minuto y Bad Bunny ya ataca con ‘Diles’. Concierto no es la palabra más ajustada para definir lo que el puertorriqueño viene haciendo en esta gira. Más bien se trata de una presentación: un discjockey le tira temas y él canta encima. Los títulos más exitosos los recitará enteros, pero muchos se los ventilará en medio minuto. De este modo puede sacar a pasear una veintena de estribillos en apenas media hora. Hoy caerán los de: ‘Diabla’, (18 millones de visitas), ‘Me llamas’ (16 millones), ‘Pa ti’ (109), ‘Te lo meto yo’ (19), ‘Me llueven’ (40), ‘Dema ga ge gi go gu’ (30), ‘Caile’ (104), ‘Si tu novio te deja sola’ (119 a medias con J Balvin)… No existen las caras b en su repertorio.
El formato de presentación está cada vez más extendido en el circuito de discotecas. Cantantes de ritmos urbanos (latinos o no) aterrizan de madrugada, cantan media horita, se dejan filmar por cientos de móviles y desaparecen. Si la sala es generosa, le pondrá unas bailarinas, pero no habrán instrumentos en el escenario. El escenario, de hecho, estará tomado por un nutrido séquito de fans VIP, colaboradores, ayudantes y seguratas que lo arroparán sin descanso. Hoy, a la izquierda del escenario, una chica se pasa el show cantando y filmándose a sí misma con Bad Bunny de fondo. Solo lo verá a través del móvil; nunca cara a cara, pese a tenerlo a menos de cuatro metros de distancia.
Hay muchos espectadores sentados en el escenario, de espaldas a Bad Bunny y medio metro por encima del público para poder respirar algo mejor. Por toda la sala corren botellas de whisky edición platinum para mezclar con bebidas energéticas y shishas para fumar dulce. El cantante puertorriqueño, en cambio, solo dará cuatro sorbos al botellín de agua que le acerca su escudero. Pero el agua tampoco ayuda: sin autotune ni una sonorización favorable, la voz de Bad Bunny emerge grave, feota, sin carácter. La supernova suena vulgar.
‘Soy peor’, exitazo con réplica
Para la recta final se reserva tres ases: ‘Tú no vives así’, la reciente ‘Me mata’ (solo una semana rulando) y ‘Soy peor’, la primera canción que defiende sin el apoyo de ilustres traperos y con la que roza ya los 150 millones de visitas. Es un trap suave de ruptura amorosa en el que el Conejo ya no es malo sino peor; eso sí, por culpa de la mala mujer que tanto amó. En un inesperado vuelco del destino, su ex Laudy Lauudy ha colgado una versión de ‘Soy peor’ en la que da su visión de los hechos. Solo es un selfie cutre de tres minutos grabado en vertical con el móvil, pero ya roza siete millones de visitas. Trap de telenovela.
Han pasado solo 40 minutos y la presentación ha terminado. “Parecieron tres horas porque ha sido hit tras hit, jonrón tras jonrón”, asegura el promotor de la velada desde el micrófono. Tiene razón en algo: el concierto se ha hecho mucho más largo de lo que ha sido. Aunque eso no es un diagnóstico positivo.
Bad Bunny ya sueña con tener una carrera tan longeva como la de Daddy Yankee. Cuando ‘Gasolina’ dio la vuelta al mundo, Bad Bunny tenía diez años. En apenas seis meses de carrera ya ha colaborado con Nicky Jam y con Tito el Bambino. Le falta trepar hasta las alturas de Daddy Yankee y, sobre todo, le falta un éxito interplanetario como la ‘Gasolina’. Por ahora, lo más parecido que tiene es ‘Soy peor’, donde el eterno relato de despecho amoroso se salda con uno de los versos más desorbitados de la temporada: “Salí jodido la última vez que en alguien yo confié / Me compré una 40 y a Cupido se la vacié”.